martes, diciembre 8

UNIDOS EN SU ESPIRITU Palabras del Pastor

EN BELEN NACIO JESUS “¿No dice la Escritura que del linaje de David, y de la aldea de Belén, de donde era David, ha de venir el Cristo? Juan 7:42
La controversia estaba desatada en esa fiesta de los tabernáculos que se efectuó en Jerusalén, como era habitual. Jesús hacía señales y maravillas sanando enfermos y enseñando la doctrina del reino de Dios que se acercaba a ellos por su intermedio. Muchos estaban siendo tocados por sus palabras y reconocían que ante ellos estaba el Cristo que esperaban por tantos años. La contrapartida estaba en los religiosos fariseos, saduceos y los escribas que lo veían como un peligroso falso maestro que dañaba la religión judía basada en la ley de Moisés.
Todos sabían que venía de Galilea, de la región más alejada, incluso más allá de Samaria y su mezcolanza religiosa de judaísmo y religiones cananeas. ¿De Galilea ha de venir el Cristo? ¿Acaso la profecía no decía que el Cristo habría de nacer en Belén y que tenía que ser un descendiente del rey David? La disensión enfrentaba a quienes creían con aquellos que negaban a Jesús de Nazareth la condición mesiánica que Él mismo se asignaba. “El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva.” El Espíritu Santo ya estaba siendo anunciado aunque nadie aún lo entendía.
El galileo Jesús en realidad no había nacido en Nazareth, lugar de su residencia y de donde había viajado a Jerusalén. Su nacimiento había sido precisamente en la Belén efrata que Miqueas, el profeta, había anunciado. De una virgen, como profetizó Isaías, y del linaje de David porque su padre “adoptivo” terrenal era José, descendiente del rey David. Emanuel – Dios con nosotros – estaba entre ellos, pero pocos eran los que lo reconocían y aceptaban. Ya estaban por venir los hechos luctuosos de su martirio y muerte en manos de gente que creía servir a Dios eliminando al Cristo que ellos mismos anunciaban y esperaban.
“Verdaderamente este era Hijo de Dios.” Las palabras del centurión y de los soldados que custodiaban a Jesús en la cruz, al venir el terremoto y las grandes señales que se produjeron al expirar el Señor, representan el sentir de todos aquellos que hemos tenido un encuentro personal con Él. Es la confesión de fe que ningún cristiano dejó de emitir para alcanzar el perdón de sus pecados y acceder a la salvación de su alma. La Verdad y la Vida fueron manifestadas a las multitudes que se convirtieron en Pentecostés y se proyectaron a toda la humanidad con la expansión de la Iglesia y su mensaje de salvación por la fe en Jesucristo.
Este mes recordamos una vez más el nacimiento de Jesús en Belén, en un humilde pesebre, enseñando que la divinidad no necesita de los elementos materiales para manifestar su gloria y majestad. Los presentes de los sabios de oriente que lo adoraron en Belén no son justificación para la absurda profusión de obsequios que se intercambian en Navidad, opacando el significado magnífico de la venida del Salvador del mundo.
El amor de Dios se debe derramar por nuestro intermedio a nuestros seres queridos. Que ese amor sea sincero y permanente todo el año y que los regalos no sean solo una gratificación compensatoria por la escasa comunicación y poco afecto demostrado. Que ese amor comparta al Jesús que mora en nuestro corazón para que la familia y quienes nos conocen sepan quién es el Salvador del mundo y para que sean salvos por la fe en Él.
¡ FELIZ NAVIDAD Y QUE 2010 SEA DE GRAN BENDICION PARA USTED ¡
Pastor Waldemar Peralta S.

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