sábado, septiembre 12

Palabra Discipular Año IV Semana 185

Mateo 13, 44-58. La parábola anterior estudiada es muy renombrada en razón del término “cizaña”, palabra que usamos para muchos aspectos negativos desde entonces, como palabras cizañeras, personas que reparten cizaña, dichos como “meter la cizaña” significa meter la discordia entre las personas, o envenenar el alma con cuentos, etc. Por ello quizás los discípulos en vez de poner el acento en el trigo, en la buena semilla, cuestión que se encuentra en casi todos los versículos de esta parábola como de su respectiva explicación, ponen el énfasis en llamarla parábola de “la cizaña del campo” (v.36), como si ella fuese solamente la que crece en este mundo. Esto demuestra una tendencia muy propia de los seres humanos y que cristianos y moros igual la sufren, que es poner el énfasis en lo negativo, en lo oscuro, en lo desastroso, en las experiencias amargas, en las dificultades de la vida, en las enfermedades. Así decimos como por ejemplo que el país marcha mal, o que el clima es malo, o que la iglesia está deficiente, mi cónyuge no es el o la mejor, etc. y mil maneras de hablar de todo lo negativo posible, en vez de hablar de todas las bendiciones que recibimos a diario las cuales son incontables mientras que los problemas diarios podemos contarlo con los dedos de la mano. Siempre digo, tenemos unos cuantos problemas pero millares de bendiciones, sin embargo tenemos esa tendencia a poner el acento en esos cuantos problemas al igual que los discípulos en la parábola recién estudiada. Hace pocos días uno que se dice pastor secuestró un avión en México con el objetivo de dar un mensaje a la nación de un gran desastre y su base fue que el 9 de Septiembre del 2009, 9-9-9,  era una fecha catastrófica, dando vuelta los número llegaba a 666, cuestión ridícula, pues cada diez años se repiten estas cifras que no tienen nada que ver con ninguna profecía bíblica, y si hablamos de profecías bíblicas tenemos muchos más profecías que tratan de las esperanzas, de la salvación, de la redención que cualquier otro tema de cataclismo. Es tan grande el dominio por lo desastroso que se llega incluso a lo morboso, y hasta el mismo libro de Apocalipsis tiene como propósito alentar a la iglesia del Señor y no de andar metiendo miedo ni terror. La parábola del trigo y la cizaña deja bien marcado la salvación, la gloria, el resplandor de los hijos de Dios. Hay gente que ve puro mal en las personas, todo lo ve negativo, y esa negatividad la llevan por todas partes contaminado las almas. La palabra de Dios nos habla tanto de que el propósito de Dios para con la humanidad es hacerle el bien, que la bienaventuranza es su objetivo y que la venida de Cristo no fue para condenar al mundo sino para salvarlo, pero hay algunos falsos maestros que enseñan puro mal, en vez de apreciar los dones de Dios lo están todo atribuyéndolos a Satán. Yo veo que el centro de esta parábola no es la cizaña, sino el trigo, no es la mala semilla, sino la buena, no es el juicio sino la redención. No podemos negar que hay un juicio de Dios a los pecadores pero todas esas amenazas incluso son un llamado a volcarse al Señor y a su amor y salvación. En general los seres humanos somos desagradecidos de todos los bienes que Dios ha provisto a la humanidad y en vez de ser sumamente agradecidos estamos poniendo la vista en las carencias, y probable que nuestras expectativas materiales son tal altas que no nos contentamos con lo que tenemos, sino estamos buscando tener más y todo ello, indudable que produce una desazón, pues nunca nuestras expectativas materiales, y de cualquier tipo se van a cumplir sino someramente, por ello el mismo apóstol Pablo nos enseñaba a estar contento tanto en la  abundancia como si hay carencias.  Incluso la mayoría de las parábolas del Reino de los Cielos que nos narra Jesús están en términos siempre de triunfo o de crecimiento, como la misma que vimos esta semana que pasó, la de la mostaza y de la levadura.  Esta semana terminamos con el capítulo 13 y con este período de parábolas del Señor donde en las tres restantes veremos el énfasis en la alegría que significa abrazar este evangelio.
1.Un tesoro gratuito (13, 44). Era común en la época, debido a las incertidumbre por las guerras y la rapiña y la ausencia de un sistema de bancos, que las personas acaudaladas ocultaran sus riquezas bajo tierra y que muchas veces morían sin que nadie lo supiera, hasta que alguien lo encuentra y se apodera de él, quien no trabajó, no hizo nada, ahora puede disfrutar de esa riqueza inmerecida, pues así es este Reino que Jesús vino a instalar en  la tierra. Nadie diría que ese hombre que encuentra un tesoro no actuó sabiamente, con cuánta más razón los hombres deben hacerlo con el tesoro más precioso que es el evangelio de Dios a través de su Hijo. Esta es una invitación a ser inteligente, no hay necedad más grande que rechazar la posibilidad de contar con las riquezas más maravillosas jamás puestas al alcance de las personas que constituyen el Reino de los Cielos y rechazarlos. Esta parábola apela a que las personas que han recibido el evangelio puedan sentirse las más afortunadas de la tierra, y que sería una estupidez cambiar tan gran salvación por volver atrás como era la tentación de muchos creyentes en el primer siglo. Claro que la tentación tenía sus razones aunque no sus justificaciones en especial que muchas veces ser cristiano era una cuestión donde podían jugarse hasta la vida misma y aún así tener este tesoro era más valioso como para “venderlo todo” para apropiarse. Las Escrituras constantemente están presentando el valor supremo que tiene el ser un hijo del Reino celestial, lo vital que es tener esa relación con Dios y que cualquier otro camino que emprendamos aparte del camino de Vida no vale la pena y que esa sí sería una decisión fatal. Son incansables los escritos sagrados en animarnos a permanecer en la fe ante cualquier tipo de evento.
2.La perla más perfecta (13, 45-46). Un experto en perlas sabe cuál es la mejor, a tal punto que al encontrarla no duda un minuto en invertir todo su capital en ella para adquirirla. La belleza del evangelio no tiene parangón con nada en la tierra, y los que creemos tenemos que aprender a apreciar esta fe de tal manera que sepamos que la inversión de toda nuestra vida en él ha sido la mejor decisión como la del mercader experto en la más preciosa perla. En la misma línea de la parábola anterior, Jesús nos insta a vivir este símil. A través de estos ejemplos posibles y cotidianos somos invitados a valorar de tal manera el evangelio recibido que no nos debe caber duda alguna acerca del Camino que hemos emprendido. Más que parábolas para la evangelización son enseñanzas para los que ya estamos en las sendas de este Reino celeste. Hay ciertas probabilidades, en especial en tiempos de pruebas y tentaciones, que dejemos de valorar en su real dimensión el mensaje recibido y todas las implicancias contenidas en él, y que por estar demasiados envueltos en los afanes de este mundo podamos llegar a no estar conscientes de lo que significa el evangelio recibido. Si no es  “el tesoro escondido en un campo”, que nos convenza mejor la perla más fina de todas, pero que una u otra, nos remueva. Otra probabilidad es que los cristianos sin tener que abandonar la fe, no tengamos eso sí la pasión por lo que significa seguir a Cristo, ese amor ferviente que nos impulsa a amarle y obedecerle en todo, ese “primer amor” que nos lleva a obrar no por deber sino por gozo, y por ello, estos símiles, que son como paralelos en ambos, propio de la literatura y estilo hebreo (igual cosa se da en la de mostaza y de la levadura) que quieren conquistar nuestro corazón. Son parábola para la re-evangelización de la iglesia, son para capturar su atención y que sepa valorizar este Reino al cual hemos sido invitados. Podemos imaginar la alegría suprema del hombre que compró el campo donde estaba un tesoro escondido, o del que compró la perla más apreciada entonces, cuánto más es el gozo del que se sustenta en el Reino de los Cielos.
3.Peces al final(13, 47-50) Esta parábola muy cercana a la del trigo y la cizaña concluye igual hablando del fin del mundo en que se separarán los malos de entre los justos, sin embargo hay una diferencia no menor, pues aquí la red (en el griego “una red grande”, saguené) representa a este Reino de los Cielos, abierto a toda clase hombre, pero que al final al igual que una pesca, en que no todo lo que cae en una red así son “peces comestibles”, en el Reino celestial, en los tiempos históricos, no todos los que están dentro de esta gran red son conversos genuinos. Creo que Mateo percibió esta realidad dentro de las iglesias de su tiempo y de allí que escribió esta parábola del Maestro, la que refleja la triste realidad que no todos los que convergían en las congregaciones eran personas  verdaderamente conversas, pero que tal distinción no era posible hacerla efectiva sino esperar a que los “peces” estuvieran todos afuera del mar, el fin de la historia, para el juicio, o sea, la diferenciación entre uno y otro, y que a la vez ahora no estamos en condición de discernir con certeza quien es quien. Si hay una tentación eclesiástica es hacer tal separación, la cual solo se realiza cuando los elementos de testimonio son claramente contradictorios con la fe, pero en la mayoría de los casos, la distinción puede no ser tan notoria. Por ser tan categórico en esto y por adelantar el juicio de Dios es que se han cometido tantas aberraciones conocidas en la historia cristiana, como la muy conocida “Santo Tribunal de la Inquisición”, y si bien es un ejemplo extremo, es probable que muchos de nosotros volvamos a instaurar nuestros propios tribunales inquisitivos, e igual es muy probable que por hacerlo podamos echar los peces buenos afuera y dejar los malos adentro. No nos corresponde tal juicio. El Reino llegará a ser tan amplio en su crecimiento que podrá darse esta situación, de peces malos y buenos juntos, pero peor, de jueces pastorales que créanse infalibles y comienzan ellos realizando el juicio, cuando no tenemos ni la capacidad de hacerlo ni la autoridad menos, además que las personas no son “peces” (con un destino ineludible)  que no tengan la posibilidad alguna vez de convertirse y llegar a ser “pez bueno”.
4.El Escriba cristiano (51-52) Si bien hay una fuerte reprensión de parte de Jesús hacia los escribas y fariseos de su tiempo, no podemos negar que en la iglesia primitiva los de esta clase educada y teológica del judaísmo que se convirtieron fueron un real aporte al avance del Reino, como Pablo, algunos piensan que Mateo mismo, escritor evangélico, pudo antes de ser un “publicano” (que era una especie de escriba trabajador de las compañías de cobradores de impuestos, al servicio del imperio dominante de Roma), fue un escriba, uno de los más preparados del grupo de los Doce, como demuestra este propio escrito que estamos estudiando, y que este texto es su propia rúbrica o presentación personal, de lo importante que es ser un “escriba convertido en discípulo del Reino de los Cielos”, y que sabe usar bien tanto la palabra nueva del evangelio a través de Jesús como los textos viejos del antiguo pacto(por ello también  tantas citas del AT), lección indudable para la iglesia de todos los tiempos, que por buscar muchos renovarse terminan por desechar todas las riquezas acumuladas de la iglesia durante siglos y milenios ya. La apreciación de la tradición de la iglesia cristiana es  una cuestión que los movimientos cristianos nuevos no saben tener en cuenta, y aún las iglesias históricas que se están renovando entran en grandes crisis de identidad, y lo peor que puede sucederles es la polarización que es el peor de los caminos,  cuando lo sabio sería aprovechar lo nuevo sin menospreciar lo viejo, y lo mismo para aquellas que se empecinan en lo antiguo y no aprecian lo nuevo basadas solamente en el “porque nunca de ha hecho así o porque siempre lo hemos hecho así”. Esta palabra si la tomamos bien en serio ayudaría a solucionar mucho de estas crisis.
5.“Nadie es Profeta en su Propia Tierra” (13, 53-58) No es un dicho popular sino la triste declaración del Señor ante el rechazo de su presencia en su propia aldea donde se crió, lo cual resultó impedimento para plantar sus bendiciones entre sus habitantes, cuestión que de alguna manera se repite en tantos que sirven a Dios y que son rechazados por sus propias familias y conocidos. Es el doloroso reclamo del Señor y a la  voz de la iglesia que muchas veces se les cierra las puertas. En una sociedad como la nuestra tantas veces todos tienen las puertas abiertas en los medios masivos de comunicación siempre y cuando vendan, así la farándula, los escándalos, la política sucia, pequeños grupos inmorales que se manifiestan, etc., tienen cobertura periodística, pero cuando los cristianos quieran darse a conocer por estos medios normalmente le cierran las puertas. La bondad, la verdad, el amor genuino, el bien tiene poco espacio, no vende, no llama la atención, pero a la maldad le sobra espacio. Cuántos saben que un cristiano es el hijo de un Rey, del mayor de la historia y la eternidad,  pero los príncipes de este mundo, aún ni cristianos siquiera, son apreciados y tomados en cuenta. Para  conocidos los cristianos son visto de igual manera o peor a los que no lo son, incluso hasta de retrógrados son nominados porque no están al día ni aprueban  las tendencias de inmoralidad que se están generando, además apenas son vistos como  el “hijo del carpintero” y “sus hermanos son y sus hermanas están con nosotros”, e igual que los habitantes de Nazareth que no pudieron recibir todo el caudal de bendiciones que encerraba Jesús, más que el hijo de un carpintero, lo mismo a la iglesia de hoy, que a donde se le cierran las puertas, se cierran los cielos igualmente.
II. Misión Para la Vida (del 13 de Septiembre de 2009 hasta ser el “escriba instruido en el Reino de los Cielos”. p. Manuel HC) (la colección completa de la palabra discipular la encuentra en www.educacioncristiana.cl , el Señor les guarde y sean en todo vuestras almas prosperadas)

No hay comentarios:

Publicar un comentario