sábado, septiembre 5

Escuela Discipular Año IV Semana 183


Escuela Discipular Año IV Semana 183

Mateo 13, 1-23. Los cristianos evangélicos no podemos permitirnos en absoluto tratar de probar que María tuvo más hijos aparte de Jesús con José su marido, pues es totalmente independiente de si fue así o no, pues el acto redentor del Hijo de Dios en nada se menoscaba, y en nada afecta por otro lado la santidad de la madre de Jesús ni su virginidad respecto a Jesús, engendrado no de un acto de amor con su marido sino del Espíritu. Es verdad que las Escrituras hablan en varias ocasiones acerca de los hermanos de Jesús, que nadie duda que no se refieren a hermanos espirituales, e incluso da el nombre de ellos y son cuatro varones y hermanas a lo menos dos (Mateo 13, 52ss), y en esto los defensores de la virginidad de María dicen que se puede referir a parientes de Jesús, como primos, o a hijos de José de un primer matrimonio. El término griego de hermano, adelfós, en su contexto no aclara totalmente si son hermanastros o hermanos de padre o madre, e igual que hoy, se llaman hermanos si fuesen hermanastros, pero no hay ningún texto adicional que especifique que estos hermanos de Jesús son de un matrimonio anterior de José quien habría quedado viudo, y claro, igual no hay ningún texto que diga que estos hermanos fueron de padre y madre de Jesús. Cualesquiera que sea la realidad, el acto salvífico de Jesús por la humanidad no queda afectado en absoluto, su naturaleza humana-divina tampoco, y respecto a María, ella en nada queda afectada su santidad, obediencia, entrega a Dios, fe, disposición, etc., por el hecho de haber cumplido su rol como esposa y mujer de José en caso que así hubiese sido, incluso, más, queda mejor catalogada en su rol como mujer, esposa y madre, y en mejor posición testimonial ante las generaciones siguientes. Los cristianos católicos deben tener claro que los cristianos evangélicos y protestantes tenemos en muy alta estima a nuestra hermana María, la amamos lo cual es un hecho superior a cualquier otro acto como la misma veneración, pero igual que ellos, no la adoramos, pues cristianos evangélicos y católicos sabemos que ese es un acto exclusivo solo a Dios. Como cristianos evangélicos, por sobre todo acto, María constituye un ejemplo digno de ser aprendido, por su total obediencia, su perseverancia aún en los tiempos de mayor crisis, por su pureza sexual en su juventud de esperar su tiempo y estar dispuesta a entregar su virginidad a la acción de Dios de “cubrirla” para que quedar embarazada del Hijo de Dios corriendo todos los riesgos, desde la difamación hasta la muerte. María es muy amada por todos los cristianos, y es nuestra hermana, en los cielos junto a todos los “santos” (así se denominan en las Escrituras a los cristianos), y ese amor es el que necesitamos tenernos unos a otros como la Palabra nos ordena. Donde nos separamos los cristianos evangélicos de los cristianos católicos es que no adoramos ni veneramos a nuestra querida hermana, no le cantamos, no le oramos, no le hacemos imágenes, cuestión más que clara prohibitiva en la Palabra de Dios, no le hacemos procesiones ni ningún tipo de culto, y no tenemos en nuestra doctrina los dogmas y las tradiciones que la han entronizado como Reina de los Cielos, o corredentora, o intercesora, ni es consustancial al Hijo, todos dogmas o creencias sin fundamentos en la Palabra y que se van formando en estos dos mil años. Creemos que Cristo es todo ello y es suficiente y que todos los cristianos, incluida ella, seguimos al Señor y le servimos y en esto nuestra hermana María es un bello ejemplo, no solo para las mujeres sino para toda la iglesia. Y como el tema de la palabra discipular anterior tuvo que ver con muchas caracterizaciones que Jesús da de la generación malvada y adúltera, igual cualquier cosa que hagamos a cualquier persona y que corresponda solo a Dios pertenece a ser parte de este mundo perverso y desobediente al Padre, y María si nos hablase sería la primera en protestar en contra de tal maldad como es la idolatría a supuestas imágenes de ella. A ningún hombre (hombre o mujer) tenemos que rendirle el honor, el tributo, el loor, la alabanza, el poder, la gloria, solo a Dios. Sigamos avanzando con el texto, el capítulo de estas semanas es una primera gran colección que Mateo escribió de parábolas que nuestro Maestro enseñó, en este caso siete parábolas y que la iglesia primitiva las tenía en estima como las primeras enseñanzas que se van trasmitiendo oralmente y cuyas enseñanzas reflejan el vida de la iglesia, la respuesta de los hombres a la fe, y al final son una definición de cómo es este reino de los cielos que Jesús viene a instalar en la tierra. La parábola más conocida por la cristiandad, que es la del sembrador, puede llegar a resultar ser la menos comprendida.

  1. El objetivo de las parábolas (13, 10-16) Luego de contar la historia de un sembrador, cuestión común para los oyentes, los discípulos quedan intrigados por dos cuestiones, una que se dan cuenta que las parábolas están dirigidas a los oyentes en general y no a ellos, y dos que ellos mismos no las entienden claramente y necesitan una explicación directa y no a través del mismo ejemplo. Las parábolas según este texto es para delatar en los oyentes el corazón cerrado a la revelación de Dios, pues mientras más sencilla es la palabra mayor es la dureza del entendimiento. La sencillez de la explicación de lo que es el reino de Dios no es garantía a que los incrédulos vayan a disponerse para Dios y ser fieles al Señor. Así lo que normalmente en toda cultura, la literatura parabólica tiene como fin simplificar la enseñanza, hacer asequibles el significado de las cosas profundas como es una explicación de lo que es el Reino de los Cielos, ser una herramienta didáctica para abrir la mente, llegan las parábolas a ser llaves para cerrar y no para abrir cuando las personas de este siglo tienen “el corazón engrosado” (gr. apajýnte, recubierto de grasa), esto es insensible. Mateo y la iglesia de su tiempo observaban hasta quizás con cierta desilusión como tantos que oyen y tan pocos que se convierten, como un mensaje tan claro, tan directo, tan fácil de entender sin embargo se le hace a este mundo tan difícil, y por ello, ahora, las parábolas vienen a rematar esa gran contradicción, pues ellas tienen como objetivo hacer aún más clara las cosas, sin embargo, en el extremo de la clarificación es donde mayor se encontrará la oscuridad de sus mentes. Es probable que los cristianos por tratar de que las personas entiendan hemos rebajado la profundidad del mensaje hasta hacerlo trivial en vez de quedarnos con el misterio tal cual y que pueda llegar al espíritu del hombre ya que la mente misma, por muy simple que sea la explicación del Reino, estando embotada por el pecado y la insensibilidad no podrá ni siquiera llegar a la corteza superior, menos penetrar hasta lo profundo. El camino es entonces para los cristianos no quedarnos en las parábolas sino en el conocimiento de lo misterios del Reino de los Cielos. Por ser demasiados didácticos creo que la cristiandad moderna hemos simplificado lo que debiera quedar como está. La misma Eucaristía es un ejemplo de ello, y que en general los evangélicos hemos cometido dos graves faltas: la hemos simplificado a un simple símbolo, lo que es más que un símbolo, y segundo la hemos reducido a una congregación legalista, esto es entregarla a “miembros” de la iglesia, y no miembros del Reino de los Cielos, como los niños por ejemplo. Y lo mismo el bautismo, y la lectura, y la oración y tantas cosas que tienen un valor intrínseco en el Reino, por una afán de que todos entiendan los hemos reducido a la simpleza perdiendo las riquezas que tienen en si mismas.
  2. La “Parábola del Sembrador” y su interpretación (13, 1-9; 18-23) El nombre de la parábola está en el mismo texto (18) en los labios del Señor y conforme al nombre el tema central sería el que siembra la semilla o la palabra en los hombres. Otro nombre adecuado podría ser la parábola de los terrenos o los corazones que reciben la semilla y estos son al final los que deciden como esa palabra o semilla de vida puede ser anulada su presencia y crecimiento en sus vidas o que germine hasta la mayor abundancia. En cualquier caso, esta parábola tiene que ver con la misión de la iglesia en el mundo y las respuestas de las personas a la evangelización. La semilla nunca es puesta en jaque, sino las personas, como siempre. Incluso ni siquiera hay juicio contra los sembradores, ellos cumplen la misión, la semilla lleva la vida, pero son las personas las que permiten que se cumpla en ellos el objetivo definitivo. La iglesia no tiene que desalentarse cuando cumple la misión evangelizadora, sirviendo, testimoniando, invitando, persuadiendo, haciendo mil y una estrategia para que las personas puedan un día dejar que la semilla eterna germine en sus vidas. Una iglesia que hace el papel del sembrador no tiene que sentirse fracasada cuando ha hecho su misión y tiene magros resultados. Eso no significa que la iglesia debe sentarse en los laureles o cansarse de su misión, solo que no debe auto acusarse por los resultados numéricos, pero sin renunciar nunca a realizar la tarea en forma legítima. Puede usar mil estrategias, pero todas consecuentes con el mensaje de este Reino de los Cielos. No puede ni debe por causa del fin o del propósito, usar metodologías reñidas con la misma fe. Tienen que ser santos no solos los objetivos sino igual las herramientas, y cuanto más los sembradores. Esta parábola tampoco es para dar porcentajes, de que de cada cuatro uno se convierte, sino su centro está en cuanto es lo que una persona permite que la palabra de Dios pueda prender en su interior y fructificar. Algunos falsos maestros modernos han usado esta enseñanza para recoger dinero a mansalva, les gusta mucho eso del “ciento, sesenta y treinta por uno”, y son expertos en ser ellos los que cosechen, se sienten los que siembran, cuando son nubes que un día aparecen y luego se disipan, pero aprovechan muy bien el tiempo para esquilar al rebaño y desnudar sus pobres arcas para enriquecerse. Tengo mis serias aprehensiones a lo que si realmente son bendiciones ciertos congresos, conferencias, etc., y algunos parecen una oportunidad para robar al pueblo en nombre de Dios, creo que los pastores tenemos que vigilar el rebaño y revisar bien a donde son invitados los hermanos y cada hermano debiera solicitar el permiso expreso de su pastor antes que asistir a cualquier conferencia solo porque oyó por la TV o la radio u algún otro creyente le invitó. Hay mucho desorden en esto y de ello los pillos con traje clerical se aprovechan. Esta parábola es una enseñanza a la iglesia para que descanse en que el problema no está en ella, ni en la eficacia de la Palabra sino que la responsabilidad recae definitivamente en los oyentes. Claro, pueden existir circunstancias en que la iglesia ha fallado en su misión, pero esta parábola no tiene que ver con eso. Esta parábola a la vez es una descripción de la observación que hace Jesús y luego Mateo en su tiempo de la respuesta de los hombres a la Palabra de salvación, y finalmente por su conclusión, que es adonde quiere llegar esta enseñanza, el objetivo definitivo es afirmar a aquellos que dan fruto en abundancia como lo sería una buena tierra, y de ello tenemos que gozarnos los unos con los otros y por lo mismo no es una enseñanza deprimente sino al contrario, por su conclusión es para levantar el espíritu de la iglesia en medio de un mundo en general muy reticente a aceptar el evangelio por las razones que esta parábola nos da, que es la acción del maligno, las aflicciones por causa de ser cristiano, o el amor a este siglo y sus riquezas. Incluso esta enseñanza es un llamado a esos cristianos que están con un pie en esas tres instancias y que pueden llevarlo a la apostasía, que se afirmen de tal manera que puedan dar los frutos propios que la semilla del Reino tiene para hacer producir en cada vida. Nunca olvidemos, el problema no es la iglesia, no es la Palabra, el problema muchas veces somos nosotros.

II. Misión Para la Vida ( desde el 30 de Agosto de 2009 hasta que seamos la buena tierra siempre) (p. Manuel SHC, desde la hermosa ciudad de Rancagua, Chile)

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